En 1993, después de haberse mudado con solo $42 dólares a la Ciudad de México, César Évora atrajo las miradas de los espectadores con su papel como “Marcelo Romero” en la popular telenovela Corazón salvaje. Aunque este no fue su primer trabajo en la televisión, su interpretación junto a Edith González y Eduardo Palomo lo convirtió en uno de los actores más socorridos de la televisión mexicana. Nada mal para alguien que había estudiado Geofísica, una de las tantas cosas que César Évora hizo cuando era joven.

Esto hacía César Évora cuando era joven

Aunque muchos lo conocen por su trabajo en novelas como Cañaveral de pasiones, El privilegio de amar, Abrazame muy fuerte, La madrastra y Abismo de pasión, César Évora estuvo a punto de nunca ser actor.

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César Évora en la alfombra roja de los premios Latin GRAMMY, en 2008.

Según ha comentado en varias entrevistas, la actuación no figuraba en su vida cuando era joven. De hecho, el cubano nacido el 4 de noviembre de 1959 ya había cursado la mitad de una carrera universitaria cuando descubrió la que se convertiría en su profesión. 

“Me gustó el nombre, me gustó la palabra”, dijo a René Franco en el programa Es de Noche… y ya llegué. “Tenía que decidir mi carrera a los 17 años, a esa edad muy poca gente sabe lo que quiere hacer en la vida”.

Cuando atravesaba su tercer año en la carrera, César Évora decidió salirse de la Universidad. “Me dijeron ‘¿Estás loco? Eres ya ingeniero prácticamente, pasaste las asignaturas más difíciles de la carrera’, pero quería dejarla”, señaló a Aurora Valle en un programa de entrevistas del canal TLNovelas.

La actuación: la pasión sorpresiva del joven César Évora

Sin un plan a futuro, pues solo había pensado dedicarse a la extracción de petróleo y minerales, Évora aceptó la invitación a participar en un casting. Fue seleccionado y el proyecto le permitió ingresar al Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC). 

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César Évora en la presentación de la línea de ropa Thalia Kmart, en 2003.

“Fue un proceso hermoso de preparación, de descubrir incluso a Stanislavski. Fui el primer traslado de una carrera de ingeniería a una carrera de arte. Era un bicho raro en el medio”, bromea a la distancia, sin dejar de señalar que uno de los intereses que lo llevó a estudiar actuación fue la posibilidad de iniciar una carrera en la dirección de cine.

Un día, mientras estaba en un set, César Évora encontró su vocación: “Fui a una filmación y viví lo que estaba pasando ahí y digo, a esto quiero dedicarme el resto de mi vida”. Desafortunadamente, la promesa de una carrera a futuro vino acompañada de una desgracia “Llegué a mi casa con una energía tremenda…. y me dicen que mi abuelo falleció. El día que encontré mi vocación es también el día que perdí a mi abuelo”.

Para suerte de César Évora, las dos experiencias que lo marcaron cuando era joven, cimentaron el camino que hoy recorre como uno de los grandes actores de las telenovelas mexicanas.

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