El 21 de agosto de 1987 se estrenaba en Estados Unidos Dirty Dancing, una película por la que nadie apostó en un principio y que se convirtió de inmediato en un taquillazo y un clásico del cine romántico, musical y adolescente por sus increíbles números de baile y una banda sonora repleta de hits inolvidables que fue una de las más vendidas de la historia.

Dirty Dancing: un clásico revolucionario

El tema principal, (I’ve had) The time of my life, interpretado por Bill Medley y Jennifer Warnes, fue galardonado con un Oscar y un globo de Oro. Sus protagonistas, Patrick Swayze y Jennifer Grey, alcanzaron la fama con esta historia de amor entre un sexy profesor de baile de dudosa reputación y una adolescente de familia bien que se conocen durante el verano de 1963 en un resort de montaña.

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Dirty Dancing (1987)

Casi todos la hemos visto varias veces y las escenas de baile, sobre todo la de la mítica escena final, han sido emuladas (y parodiadas) hasta la saciedad. Y es que es imposible no escuchar su música y ponerse a bailar a ritmo de mambo, merengue o chachachá.

Película feminista y a favor del aborto

El filme toca varios temas, como las diferencias sociales o la brecha de edad en una relación, además de hablar abiertamente del aborto, un tema espinoso en la época de los 60 en la que estaba ambientado. El punto de partida de la trama es cuando la bailarina Penny, que forma pareja de baile con Johnny Castle (Swayze), decide abortar de forma clandestina. Al sufrir complicaciones después de la intervención, la joven e idealista Baby (Jennifer Grey) consigue que su padre, que es médico, vaya a visitarla.

Uno de los principales patrocinadores de la película, Clearasil, decidió abandonar el proyecto después de que la guionista y productora, Eleanor Bergstein, se negara a suprimir el episodio del aborto. Por otra parte, la película es toda una declaración de intenciones sobre la sexualidad femenina. Y es que está claro que desde el primer momento en que Baby ve a Johnny se siente irremediablemente atraída por él.

Antes de que Swayze y Grey fuesen elegidos para interpretar a Johnny y Baby, los productores barajaron los nombres de otros actores como Billy Zane, Val Kilmer, Sarah Jessica Parker y Sharon Stone. Val Kilmer renunció al proyecto y Zane se hizo con el papel. Sin embargo, había poca química entre él y Jennifer Grey y al final los productores se inclinaron por contratar a Patrick.

El célebre salto del baile final traía a Jennifer Grey por el camino de la amargura. Pese a que la intérprete lo realizó en su primera audición, se negó a practicarlo durante la grabación. Le daba demasiado miedo y por eso no se atrevió a hacerlo hasta el momento en que se vio obligada a grabar la escena.