El rey Jorge VI y la Reina Madre: así fue su historia de amor

El príncipe Alberto, Bertie, era el tímido y tartamudo hermano menor del carismático heredero, Eduardo. Elizabeth, Lilibet, era la segura y extrovertida hija de un aristócrata escocés. Su atracción inicial, al conocerse en 1926, no fue muy esperada.

En 1923, Alberto y Lady Isabel se conocieron en una fiesta de tiro organizada por la prima de Lady Elizabeth, la princesa Mary. El tímido y nervioso Bertie quedó prendado al instante de la vivaz y segura Isabel.

A pesar de su enamoramiento, Bertie, el duque de York, dudó en un principio en mantener una relación. Creía que su tartamudez le hacía inadecuado para una mujer tan vibrante y le preocupaban las responsabilidades del matrimonio.

Isabel, sin embargo, vio más allá de su tartamudez y reconoció su naturaleza amable y bondadosa. Le animó a buscar tratamiento para su tartamudez y siguió siendo su confidente.

Con el tiempo, su amistad transicionó a sentimientos más profundos. El tartamudeo de Bertie mejoró con la terapia y empezó a expresar su afecto más abiertamente. Isabel, por su parte, empezó a depender de su apoyo y comprensión inquebrantables.

La persistencia de Isabel y la determinación de Bertie acabaron por convencer a la familia. El rey Jorge V dio su bendición en 1925, y la pareja anunció su compromiso un año después.

El 26 de abril de 1926, Bertie e Isabel se casaron en la abadía de Westminster. Su boda fue una ocasión feliz y marcó el comienzo de una relación que les acompañaría a través de los retos de un mundo cambiante.

Su historia de amor continuó incluso después de la prematura muerte de Jorge VI en 1952. Isabel, aún Reina Madre, permaneció activa en la vida pública durante décadas, siempre honrando la memoria de su marido y llevando adelante los valores que abrazaron juntos.